Se ha apagado la voz de una época dorada de la música y la televisión española. Alfredo Garrido, vecino de Collado Mediano y figura clave de la industria musical, nos ha dejado a los 91 años. Su legado, sin embargo, perdurará por siempre en las canciones que nos marcaron la infancia y los corazones de millones de personas.
El pasado sábado 7 de septiembre nos dejó Alfredo Garrido, vecino de Collado Mediano y figura clave de la música española. Su voz y su talento musical marcaron a varias generaciones, especialmente a través de las inolvidables canciones de dibujos animados que nos acompañaron en nuestra infancia.
Alfredo Garrido, más que un músico, fue un creador de universos sonoros que perdurarán en el tiempo. Su talento lo llevó a trabajar con grandes artistas como Nino Bravo, Camarón de la Isla y Paco de Lucía, a la vez que ponía voz y letra a sintonías icónicas como La Abeja Maya, Mazinger Z o Marco. Su trayectoria artística, que se inició en los años 50, abarca desde sus primeros pasos como cantante en el grupo bilbaíno Los Chimberos hasta su consolidación como productor musical de grandes artistas como Nino Bravo, Camarón de la Isla y Paco de Lucía.
La magia de las canciones infantiles
Sin duda, una de las facetas más reconocidas de Garrido fue su trabajo en el mundo de los dibujos animados. Sus letras y voz dieron vida a personajes inolvidables como Mazinger Z, Marco o La Abeja Maya. Sus canciones, sencillas pero entrañables, lograron conectar con los más pequeños y se convirtieron en himnos de toda una generación.
El Ayuntamiento de Collado Mediano comunicó a Alfredo que iniciaba los trámites para nombrar el parque de la Dehesilla como «Parque Alfredo Garrido», en homenaje a toda su trayectoria. Este reconocimiento, aunque llegará de forma póstuma, es un justo tributo a una vida dedicada a la música y al entretenimiento.
La pérdida de Alfredo Garrido es una pérdida para el mundo de la música y para todos aquellos que crecimos escuchando sus canciones. Sin embargo, su legado vivirá por siempre en las melodías que nos acompañan desde la infancia. Su voz, aunque silenciada, seguirá resonando en nuestros corazones.